Nicolás está enojado. Una vez más entraron a robar a su casa y se llevaron su bicicleta. Él podría jurar que vio a un tipo sospechoso rondando la cuadra ese día. Así que no importa que la ciudad esté medio destruida por el terremoto, ni menos el toque de queda impuesto por el gobierno militar: él acompaña a su madre al tribunal, para reconocer al ladrón. Pero ve más de lo que quisiera y, tras descubrir las hebras que lo unen a ese lugar siniestro, no está seguro de qué significa Estado de Catástrofe, pero cree tener una pista.